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Álvaro Uribe Vélez

Santos llamando a somatén

Jaime Jaramillo Panesso
Nunca un jefe de Estado había servido de transmisor calificado de un mensaje de guerra enviado por el “enemigo”, enemigo que todavía está en armas. Dijo el Presidente Santos, ante los personajes internacionales asistentes al Foro Económico Mundial, cubierto por las cadenas de televisión nacionales y extranjeras: “Por información que tenemos, sabemos que si no se refrenda la paz ellos están preparados para volver a la guerra, una guerra urbana en las ciudades, eso es una realidad”.
Asombro es lo que causan esas palabras. El miedo en manos de un Presidente. Esculquemos la frase y sus derivaciones. El Presidente tiene conocimiento de que las Farc están comprando armas mientras hablan de paz y no ha sido capaz de impedirlo que es su obligación. Es sabido que las armas largas y las ametralladoras de uso en una confrontación regular rural son difíciles de operar sobre todo sin causar víctimas civiles. ¿Está la Fuerza Pública constitucional en condiciones de vencer en una guerra urbana? Por lo que a diario nos cuentan las fuentes oficiales, el Ejército se prepara para un posacuerdo con una nueva “Doctrina” de servicio social. Nada de preparar una alianza con la ciudadanía para afrontar la guerra urbana.
Mala señal de las palabras presidenciales. Ellas nos advierten que es necesario armarse para combatir a la guerrillerada que se nos vino encima y va a ocupar las escuelas, los centros comerciales, los servicios públicos, etc. A todas las guerrillas de nuestra historia, la han pasado mal en la guerra urbana. El M19, descubierta su red urbana que planeó el robo de armas del Cantón Norte, trasladó su tropa a las montañas del Cauca para luego negociar la paz. Hace más años atrás el Comandante Alfonso Reyes de las Farc declaró el nuevo espacio del combate: las ciudades. Fueron derrotados por milicias urbanas de las autodefensas.
El Presidente Santos dijo lo que dijo de su propia lengua para darle alas al “inexistente” plebiscito y meterle miedo a la población urbana. O dijo lo que dijo como un mandadero de las Farc que por su boca notificaban al pueblo colombiano de una estrategia nueva guerrillera.
Cualquiera que sea la reflexión sobre sus desgraciadas palabras, es una malísima señal que confirma la personalidad del Presidente Santos que vez de entusiasmar la defensa de la nación, ha preferido abdicar de su cargo como Comandante de la Fuerza Pública y meterle miedo y chantaje a la ciudadanía.
Coda final: decir guerra urbana en las ciudades es un pleonasmo, Señor Presidente. Pero qué le vamos a hacer: usted mismo es un pleonasmo.


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